Cada año alrededor de seis millones de personas visitan la Capilla Sixtina para admirar los frescos de Miguel Ángel, que traen consigo calor, humedad, polvo y CO2. Carrier trabajó en estrecha colaboración con el Vaticano para diseñar un sistema de refrigeración y conservación. El resultado es un sistema único e innovador que mantiene dentro de la capilla condiciones climáticas óptimas y conserva el pasado para disfrute de las generaciones futuras.









